Al maestro… con cariño

Al maestro… con cariño

Al maestro… con cariño


En marzo de 2006 se publico en el periódico La Prensa el presente artículo, que no parece haber perdido vigencia, si bien han pasado alrededor de once años y se cuenta con un nuevo marco normativo debemos continuar preguntándonos en la esencia de la educación, el papel del Estado, el papel del magisterio y los profesores que son parte fundamental, pero no la única, de la formación de nuestros niños, niñas y jóvenes.

Leí la portada de un libro con un título sugerente “al maestro sin cariño” pero, ¿por qué?, me dije, si yo recuerdo el perfume de mi profesora de Kinder, y a cada uno de mis profesores y profesoras con cariño, será que el texto se refería al magisterio???, o al papel de la educación en la actualidad???, la verdad no lo se, porque no leí, pero creo que ese título amerita un amplia reflexión conjunta entre usted madre y padre de familia, entre ustedes autoridades de educación, usted dirigente del magisterio y por sobre todo usted querid@ maestr@.


"Existe un consenso cada vez más extendido según el cual la escuela no esta cumpliendo satisfactoriamente la función de formar a las futuras generaciones en las capacidades que requieren el desempeño ciudadano para una sociedad que se transforma rápidamente” (Tedesco, 1996), este párrafo es parte de un trabajo sobre educación del año 1996, hace veintiun años y, ¿cómo vemos ahora a la educación?. Cuando nos acercamos a hablar de política o de participación ciudadana con jóvenes que cursan secundaria, el rechazo en muchos de los casos es inminente; remitiéndonos a la aseveración planteada por Tedesco, la escuela definitivamente no esta cumpliendo su función de formadora de ciudadanos y por consiguiente de actores políticos.


Los 12 años de educación, no pueden ser años destinados, solamente, a instruir en ciencias exactas, ciencias sociales o literatura que forman a sujetos en cultura general, definitivamente, y que potencian habilidades que a lo largo del tiempo se convertirán en profesiones, que a su vez serán el sustento económico de sus futuras familias, si, pero si todo el bagaje curricular de la escuela no va acompañado de prácticas respectivas dirigidas a fomentar distintas formas de participación pública, ciudadana y política, tendremos médicos negligentes, abogados corruptos, sociólogos parlanchines, comunicadores sensacionalistas, pero por sobre todo habitantes que botan la basura donde se les ocurre, habitantes que votan por clientelismo, habitantes que se quejan por todo y no proponen nada, mujeres que son atropelladas en sus derechos, mujeres que atropellan derechos y así una larga lista de elementos negativos vacíos de responsabilidades sociales.


El proceso de educación escolar debería ser una de las fuentes de formación ciudadana y participación política, aportando con ahínco y tesón en la edificación de sujetos transformadores y constructores de mejores días para la sociedad en su conjunto. La educación, según Bourdieu, es la forma de mantener un orden establecido, en nuestro país las visiones de futuro han cambiado mucho, después del 18 de diciembre de 2005, se encuentra en el gobierno un representante emanado de los movimientos sociales al cual no le interesa o no debería interesarle la mantención del orden vertical y autoritario establecido, y la cabeza del magisterio se encuentra en manos de una de las fracciones más radicales de izquierda de nuestro país, el trotskismo, entonces ¿qué estamos esperando?, creo que es hora de pensar en serio en el rol de la educación y en el rol que juega cada uno de los maestros dentro el aula, no se puede seguir repitiendo y reproduciendo lo que nos enseñaron.

 

No puede producirse, otra generación de la “democracia”, 1982-2000 “generación perdida” que no supo y le cuesta construir y soñar un país diferente, repensemos la labor del magisterio, y seamos el maestro de Oscar Alfaro que va “encendiendo antorchas de milagros” que es “hermano de los mineros y de los indios del agro” que sabe de las necesidad y por eso aporta en la formación de ciudadanos plenos comprometidos y activos.

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