EL PROCESO Y LA EFICACIA DEL RITUAL DEL LLAMADO DE LLUVIA

EL PROCESO Y LA EFICACIA DEL RITUAL DEL LLAMADO DE LLUVIA

EL PROCESO Y LA EFICACIA DEL RITUAL DEL LLAMADO DE LLUVIA

En este mes de octubre cuando nuestras áreas rurales esperan la lluvia, este artículo, de Guido Montaño, que nos describe esta relación del proceso tecnológico del ritual de Llamado de Lluvia. Evidenciando nuestra cosmovisión andina que es interrelación de la vida y cosmos como un todo que se constituye en un organismo integrado al ánimo de cada ser con la tierra.


El Proceso y la eficacia del ritual

del llamado de lluvia  

 

En el último tiempo se ha hecho patente que el cambio climático ha afectado seriamente al occidente boliviano por donde transcurren las cordilleras oriental y occidental del país, entre las que se abre la gran meseta altoandina con el Lago Titikaka en medio y surcada por el Lago Desaguadero desembocando en el Lago Poopó, ahora casi extinto. Este hermoso complejo territorial actualmente está afectado por una gran sequía que amenaza las condiciones de reproducción de la vida en general. Ya hace años se dieron las primeras señales con la desaparición del glaciar de Chacaltaya y la disminución de los conos de nieve que coronan las altas montañas.    

El problema de ausencia de lluvias ha sido encarado desde hace siglos mediante la realización de “Llamados de Lluvia”, que son rituales que se realizan en muchas comunidades andinas en el presente y fueron practicados desde antes de la colonización, y se hallan cargados de un simbolismo enraizado en el imaginario andino. Estos rituales incluyen un enorme cúmulo de símbolos que muestran una visión dual del mundo y la centralidad de lo sobrenatural y la reciprocidad en múltiples niveles. Son rituales que tienen características propias según la región donde se realizan pero que conservan ciertos rasgos generales. De acuerdo al relato oral de Don Lucio Chávez, comunario del municipio de Calacoto, Provincia Pacajes del Departamento de La Paz, el ritual realizado allí se componía esquemáticamente de las siguientes actuaciones:

  1. Traer agua del lago Titikaka en un cántaro y depositarla encima de la piedra del cerro calvario a las 00.00 horas (media noche)
  2. Subir de madrugada al cerro calvario con 12 niños para realizar la ceremonia de pedido a las 6:00 a.m., en que los niños desnudos imploran el envío de lluvia.
  3. Ofrenda de una mesa andina a las 12.00 horas (medio día) y una wilancha (sacrificio ritual de una llama blanca)
  4. Dejar a la deidad comer la ofrenda abandonando el Cerro Calvario para luego compartir comida y bebida en comunidad con música de la época de lluvias y mucha alegría.
 

Fotografía. Carmin Dübrelka

El ritual de invocar la lluvia no es simplemente un dispositivo metafísico, es un procedimiento tecnológico que utiliza los símbolos para producir un resultado concreto que es la lluvia, y es precisamente este aspecto que queremos explicar y fundamentar en cuanto a su eficacia, frente a concepciones que podrían restarle importancia y tomarlos como simples actos mágicos que no inciden en la realidad, y que por tanto no tienen resultado, no producen la anhelada lluvia, sino únicamente sirven para tranquilizar a los participantes en los mismos.

De esta manera, pretendemos contribuir a explicar por qué estos procesos rituales pueden tener resultados efectivos y cuales serían algunos de los mecanismos de funcionamiento de esta tecnología simbólica.

La eficacia del ritual

Para analizar los “Llamados de lluvia” a la luz de lo que se denomina tecnología simbólica andina, recurrimos a algunos autores, entre ellos Van Kessel, que señala:

“La “tecnología simbólica” aparece en los ritos religiosos de la producción (y de la medicina andina), muchísimas veces mal llamados “magia” o costumbres “mágico religiosas”. Estos ritos de la producción acompañan todas las actividades tecnoeconómicas del hombre andino – también en el ámbito de la tecnología médica andina – y al mismo tiempo expresan la concepción andina del trabajo. Para el hombre andino, todo trabajo sensato, todo empeño serio, se realiza simultáneamente en dos “planos” (hablando en términos europeos: el plano empírico, el lado exterior, visible de las cosas y del plano íntimo, profundo, misterioso, el lado interior de las cosas”. (KESSEL, 1993: 82)

Desde esta óptica, para la tecnología andina los fenómenos naturales aparecen, se desarrollan y desaparecen cuánticamente y no de acuerdo a las leyes inmutables de Newton. (Medina, 2010)

Para sustentar que el ritual puede ser efectivo más allá de, aparentemente, estar solo enmarcado en producir efectos psicológicos, recurriremos al análisis de Javier Medina (2010) sobre la práctica ritual andina a través de los principios de la física cuántica, el señala:

Así, pues, al tratar la realidad cuántica los físicos aconsejan considerar toda la situación. No se puede, como en el sistema mecanicista, aislar partes de la realidad y analizarlas independientemente.  Tampoco es posible (y de aquí la herejía cuántica en todo su esplendor) aislarnos nosotros mismos de la situación.  En el contexto cuántico el observador es parte de la totalidad; es más juega un papel crucial en la provocación de la situación que observa.  Su presencia y su expectativa interactúa y altera lo que ve.  No otra cosa, por cierto, sucede en un ritual chamánico o en una mesa ritual andina. El ritual suscita al Dios, lo hace presente; el resto del tiempo está latente.  En cambio, el Dios Cristiano existe newtonianamente, tanto si hay misa como si no, tanto si se le ora como si no.  Esto se llama Objetividad, como veíamos (…) El físico actúa como una suerte de partera de la realidad, como un homo mayeuticus”. (Medina, 2010).

De acuerdo con los señalado por Javier Medina, hay una evolución en la concepción de este tipo de rituales, mediante análisis que no descartan su efectividad, pues la ciencia no ha podido demostrar que no tengan resultado, y más bien ya se atisban acercamientos entre física y espiritualidad.  Cita la Teoría General de Sistemas, en la que un sistema orgánico y viviente no es considerado como una máquina que puede manejarse y controlarse una vez que se conozca su dinámica, sino es una combinación de elementos vivientes, interactuantes que se auto organizan. El reduccionismo y el holismo, el análisis y la síntesis son vistos como acercamientos complementarios que, si son utilizados dentro de un equilibrio apropiado, nos ayudan a tener una mayor comprensión de la vida. Esto se combina con un interés creciente y la influencia de conceptos científicos de sistemas de conocimientos orientales. Por ejemplo, la relación existente entre la Teoría de Sistemas y el Taoismo, concluyendo que el dualismo observado a nivel subatómico coincide con el concepto taoísta de la dualidad del Yin Yang. (Capra, 1983, citado por Medina).

Fotografía. Carmin Dübrelka

 
El autor Pierre Bourdieu (1980) por su parte nos dice: “la eficacia simbólica sólo se ejerce en la medida en que quienes la experimentan reconocen que quien las ejerce está autorizado para ejercerla”.  Enfatiza que las condiciones sociales de la eficacia del discurso social, nos da aportes sobre el poder simbólico del lenguaje en la que la persona recibe el derecho de hablar y actuar como instrumento de acción y poder, en nombre del grupo social de pertenencia. Así tenemos una cita al respecto:


“El poder de las palabras reside en el hecho de quien las pronuncia no lo hace a título personal ya no es sólo su “portador”, el portador autorizado solo puede actuar por las palabras sobre otros agentes y, a través de su trabajo sobre las cosas mismas, en la medida que su palabra concentra el capital simbólico acumulado por el grupo que le ha otorgado ese mandato y de cuyo poder esta investido”. (Bourdieu, 1980).

El hombre se expresa a través de símbolos, símbolos aceptados dentro de su sociedad, su comunidad, con un significado aceptado además por todos, símbolos que serán y representarán ciertos significados, para complementar ciertas creencias, desempeñándose como parte de la complementariedad de sus rituales, de su vida toda. Pues los símbolos están siempre presentes, aunque no se puedan ver, están presentes en el subconsciente de cada individuo.

Por su parte Levi Strauss (1968), nos dice: “tal vez un día descubramos que en el pensamiento mítico y en el pensamiento científico opera la misma lógica y que el hombre ha pensado siempre igualmente bien”.

Por lo tanto, debemos considerar que la tecnología simbólica no es un conjunto de técnicas a aplicarse cuanto ya no existen más alternativas empíricas, es más bien una parte de toda la tecnología que se aplica a cualquier actividad. Es más, es una parte indispensable del trabajo técnico productivo a realizar. Así, el trabajo agrícola no tiene sentido sin el ritual de llamado de lluvia realizado por el yatiri.  De esta forma, lo “simbólico” es una parte de toda la tecnología agraria andina. El término “símbolo” tiene un significado limitado a lo técnico y a lo instrumental y no va a la dimensión religiosa, mistérica de la existencia humana, de los acontecimientos y de las cosas del medio natural. (Sandner, citado por Kessel, 1993: 84).

El proceso del ritual

Para comprender el proceso tecnológico del ritual de Llamado de Lluvia es preciso tener en cuenta la concepción animista andina de que todo se encuentra interrelacionado entre sí, y que todo tiene vida, todo el cosmos es en sí un organismo vivo. Sobre esto Van Kessel recurre a la definición de ayllu cosmos citando a Bastien:

“El cosmos...es una totalidad viva, con vida propia, universal, orgánica, algo como animal-cósmico. La Pachamama, divinidad universal andina, es una expresión mitológica de esta cosmovisión, de la vida una y universal del mundo, la que incluye a todos los seres: hombres y animales, plantas, piedras, cerros y fuentes, en breve, todas las cosas del mundo, y todas estas cosas participan en la vida del mundo. Se tiene dentro de ésta concepción andina, implícitamente al animismo, pues se incluyen todos los elementos naturales, todo el universo en armonía e interrelacionado”.  (Bastien, 1993: 53)

Para entender el proceso del ritual recurrimos al análisis que realiza Carola Condarco en su artículo sobre la ritualidad de los Kallawayas, donde aplica el concepto de homeopatía entendida como la aplicación mágica del postulado emitido por J. Frazer “lo semejante produce lo semejante”, es decir que es un principio de simulación de un hecho que se pretende se haga realidad.

Condarco explica que conforme a la concepción andina de la que todo está interrelacionado, todas las cosas se comunican unas con otras y, por tanto:

“…En esta cosmovisión existe un paralelismo (no una causalidad), entre los procesos humanos-sociales y los procesos naturales-ecológicos. Existe también un paralelismo entre los procesos naturales y los sobrenaturales. En su lado interior, todas las cosas se comunican unas con otras. Este paralelismo, para nosotros viene a ser parte de la simbología estructural andina, representada en creencias con, por así llamarlo, homeopáticas”.

Esta autora cita algunos ejemplos del paralelismo entre los procesos naturales y humanos en la concepción simbólica andina: la mujer encinta que hila lana provoca que el cordón umbilical torcido que produce el estrangulamiento; el aborto que corta el normal proceso de la fecundidad humana, atrae la helada, que corta el proceso productivo de la chacra.

 

Fotografía. Carmin Dübrelka

 

Bajo esta lógica, se da un paralelismo entre la realización del ritual y la provocación de la lluvia, como veremos a continuación, analizando solo uno de los elementos del ritual de llamado de lluvia, el llanto como uno de sus elementos simbólicos en los que se aplica el principio homeopático “lo semejante produce lo semejante”.

El Llanto propiciatorio de lluvia

Guamán Poma de Ayala, en su descripción de los trabajos del mes de noviembre menciona la existencia de ritos destinados a la obtención de agua en los períodos de escasez:

Con caras de muerto, llorosos, caras de muerto, tiernos; Tus ni­ños de pecho; te imploran. Envíanos tu agua, tu lluvia a nosotros tus pobrecitos […]. Desta manera llorando, pedían agua del cie­lo” (1613).

En el diccionario de aymara de Bertonio, señala que el canto figura en la magia simpática para hacer llover de los aymaras desde el siglo XVII.  Sin embargo, de lo que en realidad habla el jesuita no es de cantos sino de gritos para atraer la lluvia: «Huaccalitha. Dar bozes los del pueblo como en procession para que llueua, y diziendo, Huaccali huaccali, es rito Gentílico» (Bertonio 1984 [1612]: II, 141). Huaccay es una palabra que en sus orígenes ha debido significar Llorar con suplicas y no cantar, como en el quechua, que sería precisamente la traducción del llanto en aymara indicado por Bertonio (huaccali = wakalli = waqali).

En torno a la palabra aymara “WAK´ALI” el diccionario de Felix Layme Pairumani registra la siguiente definición: “Ceremonia antigua pidiendo lluvia”

Pero como veremos Wak´ali está relacionado al llanto, a las lágrimas cuya relación con la lluvia es una constante en la mitología andina. Remontándonos a la época Inca, Poma de Ayala (1615) identifica al mes de octubre con las festividades del agua (Uma Raymi Quilla), indicando que en éste mes sacrificaban cien carneros (llamas) blancos «a las uacas, principales ýdolos y dioses, para que les enbiasen agua del cielo», atando además en la plaza pública otros cien carneros negros y no dándoles nada de comer a fin de que llorasen de hambre. Según este autor, ataban también a los perros para que aullasen, golpeando a aquellos que no lo hacían, y los propios hombres y mujeres lloraban por las calles y plazas pidiendo a gritos que los dioses les enviasen lluvia.

Ina Rosing (1996) también resalta esta práctica de hacer llorar a las llamas, que todavía persiste en comunidades aymaras de la provincia boliviana de Manco Cápac (La Paz) como parte de rituales celebrados durante el mes de octubre para llamar a la lluvia.

Por su parte, es conocido también que a San Pedro Chicuatero, patrón de Huancabamba (Piura, Perú), se le restriegan los ojos con ají a fin de obtener la lluvia, bien como castigo por no haber escuchado las súplicas de la comunidad, bien porque el ají le hará llorar (entendiéndose sus lágrimas como metáfora de las gotas de lluvia);

Kauffman Doig señala que Huiracocha (Thunupa) es una de las varias deidades que encarnan al Dios del Agua. Sobre su etimologia señala que cocha se traduce por laguna o mar, mientras que huira alude a la grasa humana o animal.  Según éste y muchos otros investigadores la imagen central de la Puerta del Sol de Tiahuanaco es la representación de Tunupa/Huiracocha. En esta representación tan conocida y reproducida, Thunupa es retratado derramando lágrimas que muchos autores han señalado que simbolizan la lluvia. Asimismo, existen relatos míticos que corroboran esta interpretación de que las lágrimas que ostenta esta Deidad han sido simbolizadas como la lluvia que produce esta deidad.

Otro de los elementos que tienen un paralelismo con la lluvia es el incienso que se utiliza profusamente también en el rito de llamado de lluvia. El incienso (copal) también se halla íntimamente relacionado con el llanto pues el mismo no es más que “Lágrima secada de pino” (Condarco), así el copal son las lágrimas del árbol copal. Siendo el incienso las lágrimas del árbol, a su vez una vez quemadas se convierten en humo que asemeja a las nubes que producen la lluvia.    

Fotografía. Carmin Dübrelka

Otro elemento que puede ser analizado bajo esta misma lógica homeopática es la wilancha o ritual de sacrificio de una llama, el cual tiene un especial significado a la hora de atraer la lluvia, porque en los orígenes las llamas –como los humanos– salieron al mundo desde sus pacarinas que son los lagos y las lagunas. Esta relación entre agua y llamas fue igualmente remarcada por Greslou (1990), quien insiste en que las llamas son hijas de las lagunas, y que por eso constituyen el sacrificio primordial a la hora de atraer las lluvias: ante la muerte de sus hijas, la madre Agua se compadecerá de las llamas y accederá a caer sobre los pastos y los sembradíos afectados por la sequía; un medio para inspirar la misericordia del Agua similar al de hacer llorar a las llamas. (García, 2012)

Como se ha evidenciado, el ritual de llamado de lluvia está impregnado de elementos homeopáticos a través de los cuales se provoca la lluvia, apelando a la producción de elementos simbólicos y metafóricos que en un ámbito paralelo al de los humanos provocarán la lluvia.  El llanto de los humanos, animales y plantas es el llanto (lluvia) de las deidades que producirá la abundancia y fertilidad de la vida. 

Desde un análisis cuántico y desde la perspectiva homeopática, animista y de interrelación entre todos los elementos del cosmos, es perfectamente dable que el ritual sea efectivo y provoque la lluvia, tal como se evidencia en numerosos relatos que dan cuenta que concluido el ritual caía una copiosa lluvia. 

BIBLIOGRAFÍA

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  • GIL GARCÍA Francisco M. 2012, Lloren las ranas, casen las aguas, conténganse los vientos....Revista Española de Antropología Americana, vol. 42, núm. 1, 145-168, ISSN: 0556-6533, http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2012.v42.n1.38641
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  • VAN KESSEL, Juan.1993 La senda de los kallawayas. Ed. CIDAS, Chile.
  • VAN KESSEL Juan 1995, Reseña del Libro de Ina Rosing Ankari N° 5, Revista Chungara, Volumen 27, N°1, Enero – Junio, Página 85-91. Universidad de Tarapacá, Arica – Chile

Guido Montaño Durán 

Fotografía. Carmin Dübrelka

 

 

 

 

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