La democracia, la propiedad privada, y el amor
Algunas reflexiones sobre el ejercicio de la democracia como espacio objetivo del desarrollo de la propiedad privada y el amor. Vamos a identificar dos formas de ejercicio democrático, la democracia como forma de gobierno y la democracia como forma de vida cotidiana.
Los principios rectores de lo que deberíamos entender por democracia la identifican, como un espacio de liberación de las prisiones de la ignorancia, de liberación de las ataduras de la dependencia, liberadora de lo absoluto.
El transcurrir del tiempo genera una inquietud, y es, la falta de cualificación del proceso, convirtiendo a unos en amos y otros en esclavos.
Cuando nos referimos a la democracia como forma de gobierno, nos referimos al accionar público de la sociedad, identificando la falta de formación e información sobre temas del quehacer social, político y cultural, un ejemplo, es el maniobreo de los medios de comunicación, la democracia debería garantizar, la liberación de las prisiones de la ignorancia, por el contrario, nos convertimos en esclavos de potentados mediáticos que yuxtaponen sus intereses, -la propiedad privada- ante la dignidad y respeto hacia las personas; intentando mantener a la sociedad en la incertidumbre, bajo visiones sesgadas y superficiales de lo que acontece en el país, pues tienen la libertad de hacerlo.
Pensar en la democracia como forma de vida, nos hace reflexionar en nuestras actitudes cotidianas en espacios más privados como lo son la familia, los grupos de amigos, las relaciones de pareja; manteniendo también una constante, la existencia del amo y el, o mas bien dicho, la esclava y l@s esclav@s –l@s hij@s- esto, en base al uso de la fuerza, del conocimiento, del poder económico, manteniendo grados de dependencia material y emocional; amputando la libertad política pública y privada de discernir, la tolerancia cultural, de género y generacional, y la felicidad personal.
La dicotomía interna, que impide la cualificación de la democracia, la igualdad y la libertad; cuando la balanza se inclina hacia la libertad de unos, perdemos la capacidad de amar en igualdad de condiciones, de discernir en base a información sólida y responsable en igualdad de condiciones, sintiéndonos poseídos por alguien mas, pues ésta libertad, no se encuentra condicionada a la libertad por si misma, sino a la libertad de hacer lo que nos da la gana, convirtiéndonos en esa medida en propiedad privada de alguien que nos hace bailar al son que nos toque, pues tiene la posibilidad de hacerlo; independientemente si hablamos de participación ciudadana o relación emocional familiar o amorosa.
Desde éste punto de vista se identificarían como enemigas irreconciliables a la revolución -búsqueda de la igualdad- y la democracia, en vez de abrir una el camino de la otra, cualificando los procesos democráticos hacia un fin, que es el de vivir bien.
No creemos que deba eliminarse la libertad de nuestro imaginario y practica social, consideramos que la libertad en procesos tan ricos de construcción social y equidad de género y generacional, debe reflejarse en la protección contra el autoritarismo y lo arbitrario, reafirmando lo democrático, en la disolución del esclav@, a partir de la eliminación del amo que gozará de libertad irrestricta mientras la democracia liberal parezca el fin y no el medio para llegar a la igualdad y equidad política y emocional esperada.